En «La bolsa y la Vida» de esta semana vamos a hablar de un tema de bolsa y de otro de Vida para hacerles reflexionar sobre la íntima relación que tienen esos dos conceptos. No es un propósito nuevo, pues llevamos años con él, pero siempre conviene recordarlo. Esta semana se han publicado por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) datos sobre las retribuciones de los directivos de las entidades financieras en 2011. Destaca que durante ese año los directivos de las entidades financieras españolas fueron los mejor pagados de Europa, con una retribución anual media de 2.439.546 Euros. Simplemente añadir dos datos: era el tercer año de crisis y esos directivos recomendaban que para salir de la misma era necesaria la bajada de los salarios del conjunto de los trabajadores. En definitiva, que mientras unos pocos llenaban, aún más, su bolsa, la bolsa de los demás menguaba y tenía que menguar más para hacer frente en el futuro de la deuda de 45.000 millones de Euros que iban a ser necesarios para rescatar las entidades financieras que dirigían esos directivos tan bien pagados. Por otra parte, estos días nuestra Vida viene marcada por el llamado «caso Bárcenas». Desde el respeto a la presunción de inocencia del Sr. Bárcenas y de los demás implicados en este asunto y los otros muchos que salpican de corrupción nuestra geografia, lo que vamos conociendo es la constatación de que la podredumbre está instalada desde hace años en los que tienen la responsabilidad de dirigir desde el ámbito político y económico nuestro país. Es duro leer estos días la prensa extranjera y ver la imagen que proyectan de nuestro país todos los casos de corrupción existentes. Nuestros políticos, y los que presuntamente les han corrompido, han conseguido restar cualquier credibilidad a nuestro país más allá de nuestras fronteras, después de haber conseguido perderla ante la mayoría de la ciudadanía española. Como venimos diciendo, la bolsa y la Vida están íntimamente relacionadas: mientras unos pocos llenan sus bolsas, la mayoría de los ciudadanos tiran para adelante como pueden entre las ruinas que nos han dejado los que deberían estar a nuestro servicio. Todo ello para mayor gloria de la entidades financieras y grandes corporaciones empresariales que han pasado a ser dueñas de todo, dirigiendo a su antojo nuestro presente y

nuestro futuro. Concluiremos con los que también venimos repitiendo durante hace años: la ciudadanía debe dejar de ser espectadora de lo que está sucediendo, a nivel local y global, para pasar a ser actora de los cambios que de «abajo a arriba» tienen que generarse para que el bien común vuelva a ser el objetivo de las sociedades en las que vivimos. La Vida cambiará si nosotros queremos que cambie y nos involucramos en ello. Si no lo hacemos: la Vida se seguirá corrompiendo y cada vez olerá peor, mientras unos pocos siguen llenando sus bolsas a costa de la ruina económica de muchos y de la ruina moral de un modelo socioeconómico insostenible que lleva la podredumbre en sus genes. Como constatación de que desde el análisis y la reflexión se pueden hacer propuestas de futuro, les recomendamos la lectura de «La banca que necesitamos… De la crisis bancaria a la banca ética, una alternativa socialmente responsable”, del catedrático Joan Ramón Sanchis Palacio y editado por el Departamento de Publicaciones de la Universidad de Valencia.