Crisis y sostenibilidad, dos caras de una misma moneda
La crisis financiera provocada por las malas prácticas de muchas entidades, ayudada por la inadecuada regulación de los mercados, la pasividad de los organismos internacionales, y la capitulación de los Gobiernos, ha generado una crisis económica global que afecta al conjunto de la población que habita el planeta. Un ejemplo de ello son los
recortes del gasto público en muchos países que están suponiendo, entre otras cosas, una reducción de los fondos destinados a la cooperación para el desarrollo de los países más pobres. Es uno de los ejemplos más sangrantes que demuestra que los que no han generado la crisis pagan un precio muy alto por la misma. Mientras cada seis segundos muere una persona por desnutrición, el número de ricos ha crecido durante 2009 según informes publicados recientemente.
Mucho han hablado los ‘dirigentes mundiales’ de las necesidad de cambiar de modelo económico… pero las palabras se las ha llevado el viento, y los mercados financieros son los que han impuesto las medidas para «salir de la crisis». Gobiernos endeudados, a merced de las entidades financieras que aparentemente los financian, incapaces de ponerse de acuerdo en qué medidas tomar para dar respuesta a una crisis global. La última reunión del G-20 en Toronto ha concluido que cada cual haga lo que quiera.
Si hay un elemento que marca esta crisis es la desconfianza. Los Gobiernos desconfían de los mercados financieros, los mercados de los Gobiernos, y la ciudadanía desconfia tanto de unos como de otros. La desconfianza se ha instalado en un sistema financiero y económico que necesita la confianza para funcionar. La confianza genera empleo y prosperidad, la desconfianza engendra paro y recesión.
La globalización, que prometía hacernos a todos más ricos y prósperos, nos ha mostrado su cara más amarga. Nos habían hecho creer que la solución a todos nuestros problemas iba a venir de ese mundo globalizado. Pero de nuevo, como tantas otras veces en la Historia, ese mundo prometido era un gigante con los pies de barro. El crecimiento ilimitado en un mundo finito era por definición imposible. Años llevaba anunciándolo el llamado movimiento altermundista. Ahora no solo pensamos que ‘otro mundo es posible’ sino que ‘otro mundo es imprescindible’.
Ese ‘otro mundo imprescindible’ debe nacer de la intersección de los factores económicos, sociales y ecológicos. Sin equidad económica, justicia social y respeto a la naturaleza, cualquier mundo que se intente construir estará abocado al colapso. Debe ser un mundo que nazca de ‘abajo a arriba’, de lo ‘cercano a lo global’, de ‘recuperar los viejos mimbres para hacer nuevas cestas’,…
Siempre el verano es tiempo de balance, de reflexión y de nuevos proyectos. Espero que disfruten del mismo como se merecen. Ha sido un año duro para todos, los años venideros tampoco van a ser fáciles,… pero eso no nos debe desanimar, debe ser un acicate para encarar el futuro con renovados ánimos y proyectos, tantos individuales como colectivos.
Si RNE y Pepa Fernández lo consideran, en Septiembre nos volveremos a reencontrar en la ondas. Mientras tanto, en esta bitácora seguiremos aportando contenidos durante este mes y medio de espera. Gracias por escuchar y por leer. Buen descanso y hasta pronto.
‘No es un día cualquiera’ cierra su temporada este fin de semana, 17 y 18 de Julio, en Astorga. Como siempre toda la información la pueden encontrar en la web y en el nuevo Facebook.
En todo caso no dejen de ‘escuchar‘ porque ‘No es un verano cualquiera‘, con la dirección de Carles Mesa, nos acompañará durante los fines de semana veraniegos.
Buen verano y gracias por explicarnos todo este lío de forma que podamos entenderlo.